viernes, 23 de junio de 2017

Un hotel en ninguna parte, Mónica Gutiérrez








Amazon, 2.014
Premios: ninguno.
Precio: 9,88 € (en tapa blanda).
Adquisición: intercambio.









La autora

Mónica Gutiérrez es una autora nacida en Barcelona. Es licenciada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y en Historia por la Universitat de Barcelona (UB). Apasionada lectora, escribe novela, relatos y poesía. En la actualidad compagina la escritura de ficción con la docencia y suele charlar de literatura con buenos amigos en su blog Serendipia. Debutó en el mundo de la publicación con 'Cuéntame una noctalia', y las buenas críticas de 'Un hotel en ninguna parte', su segunda novela, han mantenido a la autora durante más de un año en la lista de los más vendidos de Amazon.

Sinopsis

A Emma Voltarás no le queda nada: ni trabajo, ni casa, ni pareja. Por eso acepta una oferta para trabajar todo el invierno en El Bosc de les Fades, un hotel escondido en un bosque. Allí aprenderá que todo lugar extraordinario esconde secretos. Sin mapas. Sin prisas. Sin condiciones. 

Mi crítica

Me animé a hacerme con esta novela tras leer buenas referencias de la autora. Lo cierto es que, investigando después, debí hacerme con su ópera prima, 'Cuéntame una noctalia', ya que considero me hubiera gustado más que esta. Además, muchos lectores que han leído ambos títulos se decantan antes por el anteriormente mencionado, dejando en segundo lugar a 'Un hotel en ninguna parte'. 

Por lo visto, 'Un hotel en ninguna parte' pertenece a una especie de género del cual no había oído hablar antes, llamado feel-good novel. Por su traducción sería algo así como novela del bienestar o novela que hace sentir bien. Se caracterizan por presentar una trama un tanto almibarada y tremendamente optimista, desarrollos sencillos y personajes que terminan encontrando su camino y la felicidad completa.

Considero que este tipo de novelas son aptas únicamente para determinado tipo de lector o determinado tipo de momento en el que se pueda hallar un lector. No todo el mundo tiene el mismo grado de credibilidad cuando afronta la lectura de una obra de ficción. También opino que depende mucho del carácter y la personalidad de cada uno, y del modo en que se afronte la vida, este tipo de libros pueden tener un efecto u otro en cada uno de nosotros. 

Personalmente opino que el mundo de cuento de hadas (nunca mejor dicho) creado para ambientar esta novela no me termina de convencer. La protagonista, Emma, es poco menos que un ser perfecto escapando de un muy mal momento en su vida. Se ve obligada a comenzar de cero, refugiándose en un idílico hotel cercano a la costa y rodeado por altas montañas. El personal que trabaja allí es muy especial, y gracias a su apoyo verá el hotel como un refugio en el que lamerse las heridas. 

En este mágico lugar, en el que no hay teléfono pero sí conexión a Internet, la protagonista se reconcilia con la vida poco a poco, hallando una segunda oportunidad para ser feliz. Me hubiese gustado ver no solo un mayor recorrido de este personaje principal sino de todos los que intervienen en la obra. El aura de perfección que rodea a Emma durante toda la novela no me ha gustado, ya que no me ha parecido una protagonista humana, imperfecta, como cualquier mortal.

'Un hotel en ninguna parte', además de ser un buen ejemplo de feel-good novel, pertenece también al género epistolar en cuanto a su estructura. Toda la trama se desarrolla a través de correos electrónicos enviados por tres personajes distintos, entre ellos, Emma. Reconozco que esta idea me pareció original y que no está del todo mal llevada. Sin embargo, también opino que resulta un tanto extraño el hecho de que los destinatarios de dichas misivas digitales nunca respondan o no se muestren sus réplicas. Mientras, sus interlocutores sigan enviando correos electrónicos como si nada. Da la sensación al principio de que parte de la información se pierde debido a la ausencia de contestación, pero no es así.

La novela de Mónica Gutiérrez apenas presenta acción y tiene poco desarrollo de personajes. Es sencilla y lineal en su estructura. Destacan, sobre todo, las descripciones de paisajes y ambientes. El tono, en general, destila inocencia almibarada. Da la sensación de que nada malo puede ocurrir en ese lugar. Quien necesite una dosis de vibraciones positivas, encontrará que con 'Un hotel en ninguna parte' está en su salsa.

Además, en la novela no se dejan de mencionar ninguno de los elementos que gustan al típico lector moderno: literatura (en este caso, inglesa), té, dulces que lo acompañen, música clásica, paisajes evocadores, jardines en los que perderse con un buen libro entre las manos, el mar y su oleaje como sonido ambiente... todo ello contribuye a que uno se relaje e imagine todo lo que nos hace sentir bien, lo que nos hace felices.

El final es previsible y en la línea de todo lo anteriormente mencionado. No hay giros inesperados, ni sorpresas de última hora. Hay lectores que prefieren esto, pero tal y como se han ido desarrollando los acontecimientos, hubiera preferido un extra al final de la obra que he echado mucho en falta. Con esta novela, el lector viaja a un universo en el que el bien absoluto gana al mal. De hecho, el mal no tiene ninguna posibilidad desde el principio. Y esto es básicamente todo, ya cada uno decide si es suficiente o no.

Conclusión

'Un hotel en ninguna parte' se lee muy rápido y eso es un punto a favor. Se trata de una novela corta y sin pretensiones que hacer pasar un rato agradable al lector, agasajándole con artillería pesada constantemente en forma de vibraciones positivas. Quizá vuelva a leer algo escrito por Mónica Gutiérrez en un futuro, ya que su estilo narrativo es estéticamente llamativo, y eso es lo que más destacaría de todo. No me gusta el estilo epistolar y eso definitivamente ha influido en que no haya tenido una experiencia más positiva con esta novela. Me reservo en esta ocasión para mi la puntuación.

1 comentario:

  1. En mi caso la disfruté mucho, me dejó con esa sensación de feelgood total. No soy especialmente crédula pero es que a veces me gusta dejarme llevar por este tipo de historias.
    Besos.

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