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sábado, 1 de diciembre de 2012

El ardor de la sangre, Irène Némirovsky







Salamandra, 2.007
Premios: ninguno.
Precio: 14,50 €
Adquisición: biblioteca.










¿Quién no ha visto su vida extrañamente deformada y torcida por ese fuego en un sentido contrario a su naturaleza profunda? En definitiva, todos nos parecemos, mucho o poco, a las ramas que arden en mi chimenea y se retuercen al antojo de las llamas. Aunque tal vez no debería generalizar: hay gente que es tremendamente sensata a los veinte años. Pero yo prefiero mi locura pasada a toda su sabiduría." 
 
La autora

Irène Némirovsky nació en Kiev, Ucrania, en 1.903 y murió en 1.942, en Auschwitz. Vivió en Francia casi toda su adultez, escribiendo en francés. Era hija de un banquero judío ucraniano y fue educada por una institutriz francesa de modo que el francés era prácticamente su lengua materna. También hablaba ruso, polaco, inglés, vasco, finés y yiddish. En diciembre de 1.918, la familia de Irène escapó de la revolución rusa y permaneció un año en Finlandia. Después, llegaron a Francia. Irène, de 16 años, pudo retomar sus estudios y obtuvo en 1.926 la licenciatura en Letras en la Sorbona. A los 18 años comenzó a escribir.
En 1.929 envió su primer novela a una editorial. Esta ópera prima tuvo éxito y se hicieron de ella adaptaciones para el teatro y el cine.
Víctimas de las leyes antisemitas promulgadas en octubre de 1.940 por el gobierno de Vichy, le impidieron publicar. Irène Némirovsky seguiría escribiendo, a pesar de la prohibición. 'El ardor de la sangre' fue una de esas novelas que redactó por aquella época.
En 1.942, fue arrestada por la gendarmería francesa e internada en el campo de Pithiviers; muy pronto sería deportada a Auschwitz, donde murió de tifus poco después.

Sinopsis

Todo ocurre en una tranquila villa de provincias francesa, a principios de los años treinta. Silvio, el narrador, ha dilapidado su fortuna recorriendo mundo. A los sesenta años, sin mujer ni hijos, sólo le queda esperar la muerte mientras se dedica a observar la comedia humana en este rincón de Francia donde, aparentemente, nunca sucede nada. Un día, sin embargo, una muerte trágica quiebra la placidez de esa sociedad cerrada y hierática. A partir de allí, emergen uno tras otro los secretos del pasado, hechos ocultados cuidadosamente que demuestran cómo la pasión juvenil, ese ardor de la sangre, puede trastornar el curso de la vida. Como en el juego de las cajas chinas, las confesiones se suceden hasta llegar a una última y perturbadora revelación.

Mi critica

Este es el segundo libro que leo de Irene Némirovsky y seguro que no será el último. Tras cosechar una buena experiencia con 'Suite Francesa', decidí repetir al leer un par de buenas críticas de esta novela, 'El ardor de la sangre'. También me hablaron bien de 'El baile' y ese título sigue pendiente en mi lista particular. Tarde o temprano, me haré con ella.
La autora fue bastante prolífica, pero durante su carrera literaria no escribió demasiadas novelas. La mayoría de sus escritos son relatos, de extensión variada.

Hace unos años encontraron un cuadernillo de folios con la letra de la autora sin apenas tachones. Cuando comprobaron que se trataba de una novela inédita de Irene Némirovsky la publicaron sin vacilación: para entonces el fenómeno que suscitó 'Suite Francesa' estaba en pleno apogeo en Francia, y ya se había traducido esta obra a muchos otros idiomas (entre ellos el nuestro).

El título de esta novela es muy bueno. Irene Némirovsky explica a lo largo de la historia el motivo por el que se lo puso y la verdad es que no podría haber elegido otro mejor. Creo que los escritores deben bautizar bien sus obras. No es algo nimio, sino que es un elemento crucial y muy importante. Un título, muchas veces marca la diferencia entre invitar al lector a llevarse un libro a casa o volver a dejarlo en la estantería, aunque por supuesto, el contenido es lo que decide después si merece realmente la pena o no.

Esta novela, se puede resumir en dos palabras: drama rural. A ratos, el lector seguramente tendrá la sensación de estar leyendo una tragedia amorosa: triángulos y rectángulos amorosos, celos, pasión, envidia, traiciones... Irene Némirovsky no trata estas cuestiones a la ligera, sino que lo hace con una sensibilidad y con un savoir faire increíble. La autora demuestra mucho talento en muy pocas páginas. En 'El ardor de la sangre' se atreve a explorar los límites del ser humano, qué es capaz de hacer conducido por unos sentimientos que no puede controlar.

Por otro lado, también trata el tema de la hipocresía: no sólo esa hipocresía rural que tan típica es en la literatura española de siglos pasados 'La casa de Bernarda Alba', 'La regenta', o 'La celestina' por citar algunos ejemplos. En la novela de Irene Némirovsky se muestra a unos personajes que viven por y para los demás: miedo al qué dirán, deseo de guardar las apariencias, pánico al escándalo... y no sólo de puertas para fuera, sino también se muestra otra cara de la hipocresía: el engaño a uno mismo. El que se vive dentro, en cada casa, en cada familia, en la pareja. Esta doble vertiente de llevar la careta tanto dentro como fuera del hogar es la columna vertebral de la novela. Los temas que trata son interesantes en cualquier época porque son universales y atemporales. Esto es lo que convierte en a esta obra en inmortal y apta para cualquier tipo de público.

Al estar familiarizada con la escritura de la autora, nada más comenzar la lectura pude identificar el estilo Némirovsky, tan característico, delicioso y personal. Realmente era una escritora fuera de serie y es una pena que su legado no sea todavía más extenso. No todos los novelistas son capaces de hacer ver con claridad al lector el escenario de su obra en unas pocas páginas. Además, sus personajes están muy bien diseñados. Cada uno tiene su carácter, su personalidad. Su psicología está de hecho muy bien desarrollada.

Me sorprende el formato que Irene Némirovsky ha querido dar a esta obra. Me explico: a ratos parece una novela epistolar o una especie de diario, y a ratos parece que siempre ha existido la figura del narrador onmisciente típica. Aunque Silvio, uno de los personajes, es el encargado de contar la historia, su participación en la trama es tan escasa que podría pasar por mero testigo de los hechos, un espectador cuya misión es contar lo que oye y lo que ve.

A diferencia de 'Suite Francesa', en esta novela Irene Némirovsky pasa de largo ante los detalles y va directa al grano, de tal modo que se ahorra contemplaciones ni miramientos. Sólo de esta manera puede haber escrito una obra tan completa y perfecta en menos de doscientas páginas.

Y sí, algunos aspectos de la novela son predecibles, y aunque esto no me suponga demasiado problema, lo que sí me fastidió fue intuir lo que iba a suceder al final unas cuantas páginas antes de la culminación del libro. Tal y como sucede en 'Suite Francesa', el final es precipitado y algo abrupto. Quizá a Irene Némirovsky le gustasen los finales así. Será cuestión de gustos.

Conclusión

Lo recomiendo a todo el mundo. No sólo porque es una novelita corta (ciento cincuenta escasas páginas), sino porque trata temas inmortales, que siempre estarán en el punto de mira porque, por muchos años que pasen, seguiremos siendo igual de humanos en nuestros más bajos instintos.

Valoración: 8/10
¿Recomendada?:.
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