martes, 31 de julio de 2012

Tengo ganas de ti, Federico Moccia







Booket, 2.011 (primera edición 2.006)
Adaptación cinematográfica de Fernando González Molina en 2.012
Premios: ninguno.
Precio: 9,45€
Adquisición: a través de BookMooch








"Basta. Estoy fuera. De los recuerdos. Del pasado. Pero también estoy perdido. Antes o después, las cosas que has dejado atrás te alcanzan. Y las cosas más estúpidas, cuando estás enamorado, las recuerdas como las más bonitas".

El autor

Federico Moccia nació en Roma en 1.963. Hasta convertirse en el autor de éxito que es hoy, se ganaba la vida escribiendo guiones para series de televisión y películas. Su primera novela, 'A tres metros sobre el cielo', fue rechazada por multitud de editoriales. Decidió autopublicarse y desde entonces su éxito es incuestionable: vendió millones de ejemplares. Fichó por una gran editorial y después llegaron las adaptaciones cinematográficas, las traducciones a otras lenguas y más títulos.
Tras su ópera prima llegarían 'Tengo ganas de ti', 'Perdona si te llamo amor', 'Perdona pero quiero casarme contigo', 'Carolina se enamora' y la más reciente 'Esta noche dime que me quieres'.

Sinópsis

Tras pasar dos años en Nueva York, Step regresa a RomaTodo ha cambiado desde que se fuera con el corazón roto.
Step intenta rehacer su vida: un nuevo trabajo, nuevos amigos, nueva novia... pero los sentimientos son más fuertes de lo que parece, y lo que yace enterrado bajo la superficie todava late con fuerza. Un encuentro fortuito con Babi, el amor de su vida, lo pondrá todo patas arriba.

Mi crítica

Antes de comenzar la lectura de 'Tengo ganas de ti' sabía lo que me iba a encontrar: a Federico Moccia, un escritor conocido por casi todos, tan odiado como amado y con idéntico fervor por ambas partes. Desaparece el término medio, y por eso quise comprobar por mí misma lo que significaba adentrarse en el universo Moccia, y he aquí, a modo de reseña, mis impresiones.

Lo primero que destacaría de la prosa del autor italiano es que es un tanto dispersa, y muy reiterativa. Redunda mucho en las ideas que expresa. Hablando claro, se enrolla mucho escribiendo. Al mismo tiempo, la lectura de su novela me resultó ágil a pesar del ritmo al que se desarrolla la trama, increíblemente lento. En ocasiones, esta característica llega a desesperar. Tal vez esto se debe a que no he leído anteriormente la primera parte de la historia: 'A tres metros sobre el cielo'. Al comienzo me perdí un poco en cuanto a relación entre personajes, pero es una historia sencilla y fácil de seguir con la que en seguida me pude poner al día.

Al contrario que les sucede a muchas admiradoras de las obras de Federico Moccia, la personalidad de su protagonista masculino, Step, nunca llegó a calar en mí. Me pareció casi desde el primer momento un chulo sin remedio, y un personaje increíblemente machista. Siempre en guardia, aguardando a que le den el siguiente palo en la vida. El típico chico que gusta a todas a cierta edad. La gente con la que Step se junta a veces es frívola, y mantiene conversaciones con ellos del todo huecas, superficiales. El autor se empeña en hacer de su protagonista masculino un chico inteligente, tierno y de sentimientos profundos, pero lo que reflejan sus páginas es otra cosa. En mi opinión el Step de la novela poco tiene que ver con el Step que Federico Moccia tiene en mente.

El estilo narrativo del autor es, en ocasiones, telegrámico. Emplea mucho el uso de frases cortas, encadenadas, de tres o cuatro palabras. Crea un efecto impactante, aunque no siempre, y me dio la sensación de que abusaba un tanto de este recurso. 

Lo peor de toda mi experiencia con la lectura de 'Tengo ganas de ti' fue, sin dudarlo, el ritmo tan lentoLa lentitud es un problema que parecen haber pasado por alto los seguidores del escritor italiano. Encuentro una posible explicación: muchos habrán leído la novela después de haber ido al cine a ver las películas; o tras haber realizado la lectura de la primera parte. Sólo de este modo uno puede estar predispuesto a no dar tanta importancia a este hecho.

El lector ve el mundo a través de los ojos de Step, un tipo hundido, que no tiene esperanzas, que se ha rendido, que sólo ve lo negativo. Así es como Federico Moccia dejó las cosas al final de 'A tres metros sobre el cielo'. 
Step es un héroe del mundo real. Sin super poderes. Un galán del siglo XXI demasiado idealizado tanto por Federico Moccia como por sus seguidoras, me temo. A pesar de no ser un caballero precisamente con las mujeres, puedes contar con él si estás en un aprieto, utilizando los puños cada vez que sea posible, y supongo que con eso basta.

Otro de los elementos más presentes en la prosa de Federico Moccia son los diálogos: su novela está plagada de ellos. El autor capta perfectamente la personalidad de los típicos jóvenes de hoy: su modo de expresarse, su actitud ante los problemas, sus prioridades ante la vida, su idea de pasárselo bien... Las conversaciones son bastante largas en su mayoría, extremadamente coloquiales. Esta es una de las numerosas claves del éxito de las historias del autor italiano: la forma en que conecta con los adolescentes es genuina.

También destacan algunos pasajes románticos descritos en 'Tengo ganas de ti', pues podrían calificarse de tiernos, aunque a mí me parecieron más bien sensuales, algo que iba más allá de la insinuación. La sexualidad según Federico Moccia tiene mucho componente amoroso, pero también carnal, expuesta de manera muy explícita

Se apoya en canciones de grupos actuales, en sus letras; en actores y actrices de moda y en las películas que protagonizan para dar mayor trasfondo a lo que cuenta. Lo que Federico Moccia consigue con esto es establecer relaciones de la cultura popular en su novela que todos puedan reconocer y captar. Un modo de mantener a sus lectores despiertos. En este sentido, el autor trata de ser lo más accesible posible.

Pasado y presente son conectados de un modo muy especial en 'Tengo ganas de ti'. Hay continuas referencias a la historia de amor que mantuvieron Step y Babi. Él sabe que debe pasar página, y sin embargo se deja arrastrar por esos recuerdos, por lo que acaba sufriendo el doble, torturándose en vano. Esto de hecho me gustó, y es una de las pocas concesiones que doy a Federico Moccia
No trato de ser dura, es que, simplemente, su manera de contar lo que acontece en la novela no me llegó de ninguna manera. Reconozco, sin embargo, que la intención estuvo presente. 

El momento que ansiaba leer desde el comienzo: el reencuentro (no hace falta que lo oculte pues no es ningún secreto para nadie), se hace de rogar. Mucho. Avanza bastante en el desarrollo de otras tramas secundarias que, a decir verdad, nunca me interesaron apenas, y deja lo mejor para casi el final. Federico Moccia hace bien en crear expectativas, pero en mi opinión tensa la cuerda demasiado y finalmente la tensión se diluye en un abrir y cerrar de ojos. No me gustó que Babi tuviera tan poca presencia en esta continuación de 'A tres metros sobre el cielo'. No imaginaba que las últimas páginas fueran a ser así. Resulta que Step tiene su corazoncito después de todo. Este James Dean a la italiana es una versión más tosca y más moderna del mito ya explotado del rebelde sin causa. Las buenas ideas, aunque viejas, seguirán funcionando si se le sacude el polvo y se le añade un toque actual.

El mundo reflejado en 'Tengo ganas de ti' es materialista en extremo, un mundo que aunque no lo parezca en muchos aspectos, es bastante similar al real. Federico Moccia ha hecho un muy buen trabajo en ese aspecto, pero a mi juicio eligió algunos de los peores elementos que contiene la vida para aplicarlos a su novela.

La conclusión de la novela me resultó muy telenovelesca. Muy emotiva y lacrimógena. Esperaba un final más concluyente, pero debí imaginarme que si la prosa de Federico Moccia no es resolutiva, tampoco lo iban a ser las últimas páginas. Lo cierto es que creí que encontraría algo más, pero no fue así. 

Conclusión

Tras haber leído 'Tengo ganas de ti', me resulta fácil de entender cómo esta novela ha podido tener tanto éxito, pese a no compartir para nada esta visión. Reconozco la presencia de diversos elementos que favorecen la lectura: esta historia es carne de cañón para cierto público juvenil que encuentra en Federico Moccia a alguien que les comprende, que habla su mismo idioma. Sin embargo, no va más allá. Se queda tan en la superficie, y a la vez intenta ser tan profunda, que el efecto distorsiona mucho la marcha de la novela en sí, así como su conjunto.

Dudo que vuelva a leer algo de Federico Moccia en el futuro. Esta lectura para mí ha sido más un experimento que un placer. El autor italiano es ideal para aquellos que no lean demasiado, un entretenedor más que un contador de historias. No he quedado muy satisfecha con mi acercamiento al universo Moccia y no recomiendo 'Tengo ganas de ti', en general, a nadie.

Valoración: 5,5/10
¿Recomendada?: No.

sábado, 28 de julio de 2012

La bestia debe morir, Nicholas Blake








RBA, 2.011 (primera edición 1.938)
Adaptación cinematográfica en 1.963 de Claude Chabrol
Premios: ninguno
Precio: 18 €
Adquisición: a través de BookMooch







"- ¿Qué piensas de él? - Preguntó Nigel. 
- Diría que es inteligente. Bastante civilizado. Bastante nervioso. Vive demasiado solo; según el modo que tiene de mirar a lo lejos cuando habla, como si estuviera acostumbrado a hablar consigo mismo. Una persona de gustos delicados y gustos de solterona. Le gusta creer que se basta a sí mismo, que puede prescindir de la gente, pero en realidad es muy sensible a la vox populi, a la voz de la conciencia. Ahora es una pila de nervios, y por eso cuesta juzgarlo".

El autor

Nicholas Blake es el pseduónimo que utilizó el poeta irlandés Cecil Day-Lewis para firmar sus novelas. Nacido en Irlanda en 1.904 pero criado en Londres, fue profesor de poesía en Oxford. mientras publicaba, bajo el nombre de Nicholas Blake, novelas como 'La bestia debe morir', publicada en 1.938.
Cecil Day-Lewis comenzó escribiendo prosa radical de izquierdasTras la segunda Guerra Mundial se alejó de la ideología marxista y centró su poesía en temas de la vida privada. En 1.968, la Corona británica le nombró Poet Laureate, cargo que obliga a quien lo ostenta a escribir poemas con ocasión de las festividades de la corte o del Estado.
Cecil Day-Lewis murió en 1.972.

Sinópsis

La vida de Frank Cairnes cambió en apenas unos segundos cuando un día su hijo Martin, de seis años, fue atropellado por un coche que inmediatamente se dio a la fuga. El pequeño murió al instante. Ahora Frank Cairnes tiene un único objetivo que cumplir en este mundo: averiguar quién conducía el automóvil, encontrarlo y asesinarlo para vengar la muerte de su hijo

Mi crítica

'La bestia debe morir' encierra entre sus páginas una forma novedosa y distinta de hacer novela negra: el protagonista narra en primera persona, a través de un diario, sus primeros pasos como asesino, justificando los hechos que le llevaron a tomar la tajante decisión de convertirse en uno de ellos. El lector conoce poco a poco los pormenores de su plan, trazado al milímetro y de cómo piensa llevar a cabo el crimen.

A pesar de la dureza de sus pensamientos, Frank Cairnes es un hombre destrozado por la repentina y absurda muerte de su hijo, que era todo lo que le quedaba en el mundo. A ojos del lector, sus acciones quedan en cierta medida justificadas por ello. Su personaje es inseguro, un poco patético incluso. A pesar de que sus planes son bastante cuestionables moralmente, el lector no debería tener ningún problema en empatizar con él, algo que, analizado desde esta perspectiva, no deja de ser un tanto paradójico.

'La bestia debe morir' es una lectura interesante, pero prácticamente en ningún momento me llegó a enganchar. Teniendo en cuenta que se trata de una novela corta, tiene un ritmo bastante lento y me llevó unos cuantos días de más terminarla. El lenguaje que emplea Frank Cairnes para expresarse suele ser coloquial y sencillo, si bien es cierto que en ocasiones añade vocablos y expresiones más formales y complejas. Mientras me enfrascaba en la lectura, tuve la sensación de estar leyendo en realidad la transcripción de una grabadora, en la que el protagonista volcaba todas sus tribulaciones, como si hubiese estado locutando desde el comienzo todo el proceso que le lleva a querer convertirse en asesino.

A medida que avanza la novela, las cosas se van complicando para el protagonista y la lectura se vuelve más interesante. Sin embargo, 'La bestia debe morir' es más bien una obra en la que impera la conversación, mientras que la acción queda relegada a un segundo plano. El tono con que Frank Cairnes narra los acontecimientos se vuelve cada vez más ácido. Sus frases son mordaces, agudas, y eso me encantó.

El lector no sólo asiste al desdoble de personalidad consciente del protagonista (del anónimo Frank Cairnes al escritor de novelas policíacas Félix Lane), sino que también percibe el que se produce de manera inconsicente, que pone de manifiesto a través de las páginas de su diario. La socarronería y el desparpajo de Félix Lane chocan con el abatimiento y el ansia de venganza de Frank Cairnes.

Me gusta la perspectiva desde la que Nicholas Blake, el autor, hace ver al lector a George Ratter, uno de los personajes con los que debe lidiar el protagonista. Aparte de que el hombre no es un ser muy agradable, la percepción que tienen Frank Cairnes y Félix Lane sobre él hace que el lector lo vea como una persona odiosa. Tiene todo de lo que carece el protagonista: estabilidad económica y una mujer y un hijo que lo adoran. El protagonista es testigo de los menosprecios constantes que George Ratter hace a su familia, y esto le hierve la sangre.

'La bestia debe morir' es sin duda una novela que va in crescendo, y que alcanza su clímax casi al final. Más o menos hacia la mitad de la obra, sin embargo, se produce un cambio radical en el planteamiento de la misma: asistimos a un cambio de narrador, de primera persona a omnisciente. Es una sorpresa que ni el lector más perspicaz podría haber previsto. Los acontecimientos sufren un revés y la verdad es que a partir de este punto se echa de menos contar con el punto de vista de Frank Cairnes, pero se gana, sin embargo, una visión de los hechos más objetiva y necesaria para esta segunda parte.

Este giro argumental deja todo en el aire, y es inútil resistirse a no cavilar tipo de hipótesis y suposiciones. A pesar de que he leído en otras reseñas lo contrario, a mí sí me ha parecido encontrar ciertas reminiscencias a los clásicos de novela negra y misterio en 'La bestia debe morir'. Obviamente no en la primera parte, pero sí en esta segunda. Los detectives que investigan el caso lo hacen a la vieja usanza, tal y como lo harían los que protagonizan las novelas de Agatha Christie o Arthur Conan Doyle.

El autor nos regala un duelo dialéctico entre Félix Lane y George Ratter que es simplemente genial. Los personajes en general están bien perfilados, se mantienen fieles a sí mismos hasta el final, hasta sus últimas consecuencias. Los encontré muy interesantes, sobre todo el protagonista, con su escisión de personalidad
Sin embargo, lo más destacable de esta novela es su estructura, que me resultó bastante original.

Me gustó que el lector pudiera ir descubriendo los avances en el caso al mismo tiempo que lo hacían los detectives que, dicho sea de paso, tardan bastante en aparecer de manera constante en la obra. Inconscientemente, uno se siente un miembro más del equipo encargado de resolver el crimen.

También es destacable el papel que juega Phil, el hijo del odiado George Ratter, al final que, dicho sea de paso, es bastante inesperado. Sin embargo, el epílogo no me ha convencido. Aunque en él se aten todos los cabos que quedaban sueltos, su resolución es rápida, apresurada. El hecho de que concluya de esta manera me ha dejado un poco fría.

Conclusión

Lo que más me ha gustado de esta novela es haber podido tener la visión del protagonista. Aunque su punto de vista de los hechos haya distorsionado la realidad de lo que sucede en sus páginas, su manera de ver la vida, de juzgar a la gente, su personalidad desdoblada, su inteligencia, su mordacidad y su cinismo han imprimido, sin duda, un carácter único a la obra.

Se me ha hecho muy difícil escribir esta reseña sin caer en la tentación de desvelar ciertos aspectos de la trama que querría comentar y compartir. 'La bestia debe morir' es una novela corta pero intensa, que tarda en despegar pero que cuando lo hace no decepciona, no dejan de suceder cosas.
Sin embargo, 'La bestia debe morir' no consiguió engancharme, quizá no fuera el momento adecuado para disfrutar de esta novela. No es una obra indispensable para los amantes del género, pero sí un buen ejemplar. La recomiendo a todos aquellos que deseen disfrutar de una buena lectura; una novela negra de vocabulario sencillo y estructura sorprendente, breve y con unos personajes interesantes. 

Valoración: 7/10
¿Recomendada?: .

miércoles, 25 de julio de 2012

La costurera, Frances de Pontes Peebles








Suma de Letras, 2.010 (primera edición 2.008)
Premios: Elle Fiction Grand Prix 2.008
Precio: 24,50€ (6€ edición de bolsillo)
Adquisición: a través de BookMooch








"Ya lo conocía. Conocía cada arruga, cada músculo, cada cicatriz oscura y reluciente..., y ese conocimiento la llenó de audacia".

La autora

Frances de Pontes Peebles nació en Recife, ubicada en el estado de Pernambuco, Brasil. Se crió entre este país y Estados Unidos. Cursó estudios universitarios en la universidad de Austin, Texas. Comenzó escribiendo relatos cortos, por los que ha sido premiada y alabada en numerosas publicaciones. Su primera novela es 'La costurera', publicada en 2.008, con la que ha recibido buenas críticas por parte de crítica y público. Algunos, incluso se han atrevido a comparar su prosa con la de Gabriel García Márquez o Isabel Allende.

Sinópsis

En el Brasil colonial de los años treinta, dos hermanas huérfanas muy diferentes verán cómo sus caminos se separan inesperadamente. Emília y Luzia dos Santos sólo tienen en común su habilidad para la costura, y mientras Emilia sueña con escapar de su pequeño pueblo, Luzia carece de aspiraciones. Ello se debe a la deformidad que sufre en su brazo desde que un accidente en la infancia la dejara lisiada. Desde entonces se ha convertido en una muchacha ruda. En cambio, Emília es delicada como una flor. Quiere una vida acomodada y refinada en la ciudad, y hará lo que sea necesario para alcanzar su propósito.

Mi crítica

La contraportada de esta obra anuncia la siguiente frase, que reza así: "si te gusta Allende, te gustará esta novela". Y sí, me agrada Isabel Allende, pero poco tiene en común con Frances de Pontes Peebles, exceptuando que ambas escriben sagas familiares que se desarrollan en Sudamérica. Sus estilos narrativos son completamente distintos, ni la forma en que dan vida a sus historias no tiene mucho que ver. De nuevo, encontramos el caso de una frase escrita en la contraportada que generaliza, que no tiene razón de ser, falaz y que puede contaminar la percepción que el lector se lleve tanto antes como después de la lectura de esta novela. Y es que las comparaciones casi siempre son odiosas, sobre todo si se hacen sin fundamento.

Durante las primeras páginas, la novela me estaba gustando mucho más de lo que esperaba. 'La costurera' comienza in media res para poco a poco ir retrocediendo hasta el principio, hasta la infancia de las dos hermanas, Luzia y Emilia. Tanto el ritmo como el estilo narrativo hacían agradable la lectura.
Eso sí: el tamaño de letra de 'La costurera' en edición de bolsillo es casi un crimen y todo un castigo para los ojos del lector. No sé cómo pudieron editarlo con una letra tan minúscula, que dificulta tanto el acto de leer y cansa la vista tan rápido.

Algo que agradecí en 'La costurera' era el hecho de que ambas hermanas tuvieran igual protagonismo. Ninguna destacaba por encima de la otra. Frances de Pontes Peebles permite al lector ir conociendo a Luzia y a Emilia, cada una con su personalidad tan diferente de la de la otra. Dos personajes tan dispares como bien perfilados
Al ir introduciéndose cada vez más en la trama, la autora va frenando cada vez más el ritmo hasta que llega, finalmente, a convertirse en un problema. Entre eso y la letra 'La costurera' fue mi libro de cabecera durante muchos días. 

Pese a todo, estaba bastante animada a seguir leyendo. Las vidas de las hermanas son muy diferentes, cada una se enfrenta a diversos peligros y protagoniza diferentes aventuras. Si tuviera que elegir con cuál me quedaba, sin duda escogería la historia de Luzia y los cangaceiros (bandidos errantes que sobrevivían a base de robos y pillajes en las zonas rurales de Brasil por aquella época). La vida de Emilia también me resutó interesante, aunque es más típica, retratada en numerosas novelas con anterioridad: una chica bella pero pobre se ve atrapada en un matrimonio sin amor con un hombre rico, pensando hallar la felicidad sin conseguirlo. No estoy desvelando nada de la trama: esto que estoy mencionando se puede encontrar en la contraportada y en las primeras páginas de 'La costurera'.

Me llamó mucho la atención la enorme cantidad de normas no escritas y comportamientos obligados que debían llevarse a cabo dependiendo de la procedencia de la persona, y de dónde residiera. Todo ello bajo el amparo de una férrea escala social. Por ejemplo en el caso de las clases altas, las familias se dividían en viejas y nuevas, de acuerdo al país de origen de cada una y de las generaciones que hubieran transcurrido desde que se instaló el primer miembro de cada clan en Brasil.  
Las hermanas se ven atrapadas por esta división desde la cuna, pero también debido al estilo de vida que después decidieron llevar. Su libertad era cada vez más reducida y ello les impedía ser dueñas de su propio destino, de tomar sus decisiones. Una vez escogen sus caminos, cada una el suyo, deben aceptar las consecuencias y vivir conforme a ello.

Las aventuras que vive Luzia continuaron enganchándome a lo largo de muchas páginas. Era algo diferente, algo que no me esperaba encontrar en esta novela. Fue una sorpresa agradable. El ritmo, además, había cambiado un poco, acelerándose, y encontré que de este modo 'La costurera' era una obra muy buena. 
A pesar de ello, pienso que la novela es excesivamente larga, quizá demasiado

Frances de Pontes Peebles describe en 'La costurera' a la perfección la situación socio-cultural, política y económica del Brasil de los años treinta. Capta a la perfección el ambiente y lo traslada con mucho éxito a la ficción que desarrolla en la novela, pero también logra frenar mucho el ritmo, ya de por sí lento, y le añade unas cuantas páginas a la obra que no le hacen falta. 'La costurera' es una novela muy de altibajos: en ocasiones me enganchaba muchísimo y en otras se me hacía lenta y pesada.

Esta novela, en general, ha ido discurriendo por unos derroteros que no me esperaba en absoluto. A juzgar por el título, pensé que tanto Emilia como Luzia tendrían más relación con el oficio de coser, pero la aguja y el hilo son más bien el nexo que las une, a pesar de que todo lo demás intenta separarlas. 

En lo que respecta a los cangaceiros o bandidos, el jefe, Antonio, es para mi el mejor personaje de todos los que aparecen en la novela. Debido a su carácter y al papel que juega en ella, Frances de Pontes Peebles logra que veamos a este hombre bajo un doble prisma: por un lado es un criminal sin piedad. Por otro, un temeroso de Dios que pone por encima de todo a su familia. Antonio tiene sólidos principios morales, la lealtad es lo primero. Vive de acuerdo a ellos, hasta sus últimas consecuencias. Esto pone en una situación complicada al lector: ¿debe posicionarse contra él o a su lado? Ni siquiera al terminar la novela supe en qué bando quedarme, a pesar de haber estado conociéndole durante tantas y tantas páginas.
Me gustó el hecho de que la autora no quisiera inmiscuirse en la elección del lector y no tratara de ponerlo de su parte o desfavorecer a su personaje en ningún momento.

En general, pienso que Frances de Pontes Peebles ha hecho un muy buen trabajo en 'La costurera' con sus personajes. Es muy buena creándolos, desarrollándolos, dándoles voz y madurez según avanzan las páginas. 

La autora ha logrado que el final sea una de las partes más interesantes de su libro, pero también es cierto que el lector llega a ese momento algo quemado por tantas y tantas páginas que ha ido dejando atrás, y puede estar deseando terminarlo, como fue mi caso. En ese momento, las tornas se cambian y la historia de Emilia se me antoja más interesante que la de su hermana LuziaEl final me ha gustado pero creo que se hace demasiado de rogar.

Conclusión

Lamentablemente, hay tres aspectos negativos que han contribuido a que esta novela no sea tan buena como podría: el ritmo lento; la letra minúscula y la longitud exagerada convierten a 'La costurera' en una obra imperfecta, que se hace algo pesada, una lectura densa que podría haber dado mucho más de sí.

Frances de Pontes Peebles ha escrito una novela que en ocasiones engancha, y mucho. Su estilo narrativo invita a la lectura y se nota que ha nacido para contar historias. Su dedicación por documentarse también es digna de mención y por descontado ha dado sus frutos, otorgando a 'La costurera' un valor añadido de calidad y rigor histórico.

Me ha gustado poder acercarme al Brasil de los años treinta a través de 'La costurera'. Es una novela diferente que he podido disfrutar a pesar de las trabas que, supongo inconscientemente, ha ido poniendo la autora. 
Recomiendo esta novela a aquellos que no les importe adentrarse en una lectura larga y lenta, y quizás algo tediosa. A los demás, no se la recomiendo, y me fastidia.

Valoración: 6,5/10
¿Recomendada?: No.

domingo, 22 de julio de 2012

El tiempo sin ventanas, Elena Chizhova







DeBolsillo, 2.011 (primera edición 2.009)
Premios: Rusian Booker Prize 2.009
Precio: 8,95€
Adquisición: a través de Ebay








"Tardé años en reconciliarme con el invierno: las nevadas me incomodaban. Pensaba en mamá... Pensaba en que tendría mucho frío en su vestido de verano... Luego se me pasó, pero la inquietud perdura, como si en la infancia borrada de la memoria hubiera ocurrido algo terrible, nunca sabré qué...".
La autora

Elena Chizhova nació en Leningrado en 1.957 y se ha ido haciendo un hueco entre los escritores rursos mejor valorados de la era contemporánea. A pesar de haber estudiado economía en la universidad, su pasión es la escritura. Todas sus novelas publicadas en diez años han obtenido reconocimiento, prestigio, atención y buenas críticas. La última ganó el premio ruso Booker Prize del año 2.009: 'El tiempo sin ventanas'. 

Sinópsis

En el San Petersburgo de principios de los sesenta, Sofía, una niña muda que adora pintar, se convierte en el centro de las vidas de las tres ancianas que conviven con ella y su madre en un reducido apartamento. A través de sus memorias de la guerra civil, las terribles hambrunas, las purgas estalinistas, el racionamiento y las atrocidades de la ocupación nazi, las tres mujeres tratan de poner a Sofía en guardia ante las miserias del mundo

Mi crítica

Adelanto algunos acontecimientos: desgraciadamente, esta novela no me gustó. A pesar de que es una lectura breve se me hizo eterna
La autora tiene un estilo narrativo muy raro del que todavía ni siquiera sé qué pensar. La estructura de la obra es extraña tanto a nivel de sintáxis como de extremo detalle, y no logré captar su esencia. Tampoco los personajes me resultaron cercanos, cálidos y familiares, y no llegué a empatizar con ninguno

Si tuviera que escoger un sólo adjetivo para describir el estilo de Elena Chizhova, elegiría frío. No tan extremo como el que he llegado a encontrar en otras obras, pero sí lo suficiente como para impedir que llegara a sobrecogerme con sus pasajes o a sintonizar con la novela. La prosa de Elena Chizhova se caracteriza por el predominio de frases cortas, muy descriptivas

A pesar de que podría encajar dentro del género de saga familiar, en 'El tiempo sin ventanas' las emociones no tienen tanto protagonismo como en otras novelas de ese estilo. En mi opinión, una historia protagonizada por mujeres debería dar prioridad a las emociones, pero quizá tanto por el contexto histórico como por la ubicación de la obra (Rusia, años 60) el dejar translucir algo de las emociones personales estaba de más por aquellos tiempos. O quizá para Elena Chizhova esta cuestión no era tan importante, aunque algunos lectores podamos no estar de acuerdo

'El tiempo sin ventanas' no me convenció desde el primer momento. No me enganchó tampoco. Además, la historia tarda en arrancar más de lo que debería, y no terminaba de despegar. Tenía continuamente la sensación de que la autora se complicaba demasiado a la hora de narrar, eligiendo siempre el camino más difícil para expresarse. No sólo por la sintáxis sino también por el léxico. Seguramente esta fue una novela que no se lo puso fácil a los traductores. El hecho de que hayan sido varias las personas que se hayan dedicado a ello podría confirmar mi teoría de que 'El tiempo sin ventanas' es una obra compleja, pero hablo desde la ignorancia al no conocer demasiado el mundo editorial.

Las primeras páginas, por lo tanto, ni animan a continuar la lectura ni crean expectativas por conocer qué va a suceder a continuación. Al menos, así lo pienso desde mi experiencia. 'El tiempo sin ventanas' no es tanto una saga familiar sino un fresco de la sociedad rusa en la que impera el régimen soviético. Los ecos del pasado reciente, un pasado marcado por el derramamiento continuo de sangre, la pérdida y los cambios (ecos de la Revolución contra las clases altas, la caída de la familia real, la aparición de los bolcheviques, la Gran Guerra, el sitio de Leningrado...) tienen un protagonismo mayor que el propio presente, en el que se encuentran pasando ciertas penurias, aunque quizás no tantas como antaño. Las vidas de las tres mujeres no es más que una excusa para contar la historia reciente de Rusia a través de gente corrienteLa persecución religiosa también es otro tema muy importante en la obra.

El estilo de Elena Chizhova tiene asimismo un punto de caótico que entorpece todavía más la lectura. Algunos pasajes están narrados en pasado, otros en presente, e incluso en futuro. Va alternando tiempos verbales de un modo que se me antoja un tanto aleatorio, de una manera que no había visto en ninguna otra novela. También hay numerosas notas a pie de página, supongo que de parte de los traductores, explicando ciertos matices y detalles de la historia reciente de Rusia que debemos conocer los lectores foráneos para poder entender con mayor profundidad lo que la autora cuenta en las páginas de su novela. 
'El tiempo sin ventanas' es una novela gris. Tanto por su atmósfera como por los personajes que la protagonizan (prácticamente todas mujeres, apenas aparecen hombres, lo que no deja de ser un hecho significativo). Estas féminas son fuertes, resistentes, con coraje, se ayudan las unas a las otras, tratando de sobrevivir lo mejor que pueden. Entre las tres ancianas y la madre, van sacando adelante a la criatura. 

Pese a su corta extensión, la novela, como ya dije anteriormente, se me hizo tremendamente larga. Larga y lenta. Esto resulta frustrante si se une a la circunstancia de que parece que apenas está sucediendo nada. La acción en 'El tiempo sin ventanas' es muy limitada. Si acontecen hechos, son siempre pasados, protagonizados por otros. Las vivencias más significativas, ya acabaran bien o fuesen desgracias, las protagonizaron los padres y abuelos de las cuatro mujeres que aparecen en la novela, no por ellas mismas

Lo que sí es cierto es que Elena Chizhova escribe poniendo mucha atención a los detalles, haciendo gala de una sensibilidad ciertamente fuera de lo común. Percibí esa dedicación, y en realidad la autora escribe muy bien, pero a mi entender hay algo que no encaja, algo que impide disfrutar de la lectura y que me deja fría. Suena contradictorio, pero hay que leer 'El tiempo sin ventanas' para entenderlo.

La manera de narrar de Elena Chizhova me resutó, además, abrumadora por la cantidad de saltos temporales que había y por el grado de detalle que daba, al que había que estar muy atento para no perderse. No hay nexo entre las diferentes partes de la novela, como si hubiese sido escrita tal y como se iban fraguando las palabras en la mente de la escritora. Muchos de los recuerdos de las cuatro mujeres quedan reducidos a anécdotas, ya que no guardan relación entre sí ni tienen continuidad. Aparecen, desaparecen, y no vuelven a ser mencionados. Además de eso, casi todos los hechos relatados son extremadamente tristes.

No sé si es que la vida de estas mujeres no es atractiva literariamente hablando o que la autora no ha logrado encontrar la manera de hacerlas llamativas para el lector. Es decir, que no haya sabido sacarles partido; pero yo me inclino por lo primero: la novela no es atractiva para el lector. Lo que encierran sus páginas me dejó fría y sin ganas de continuar. Los únicos fragmentos que me gustaron son en los que se expresa la niña. Una niña sobreprotegida, quizá para romper esa tónica en la que se habían visto envueltas sus cuidadoras tan expuestas a la crueldad del mundo. En estos pasajes la autora concentra su sensibilidad, logrando crear textos realmente bellos. Quizá si la novela hubiese estado narrada desde el punto de vista de la niña, en vez del de la madre, mi opinión de 'El tiempo sin ventanas' sería otra, seguramente mejor.

La novela expele un mensaje: el mundo es muy cruel ahí fuera. Las protagonistas, aisladas en un ambiente muy reducido, logran encontrar el modo de sobrevivir. Ningún personaje me gustó salvo la niña, que apenas aparece, tan protegida está por sus cuidadoras
El final está en consonancia con el resto de la novela. Aunque para mí, más que una conclusión es una especie de resumen de todo lo acontecido hasta ese momento en la obra. No me cuadró que se acelerara tanto en las páginas finales cuando el ritmo había sido tan lento anteriormente.

Conclusión

'El tiempo sin ventanas' es una novela demasiado extraña para mi gusto. Su estilo no me terminó de convencer, y tampoco la historia que cuenta. 
No la recomiendo, pues me pareció lenta a pesar del bajo número de páginas y mejorable en muchos aspectos
Además, es relativamente fácil perderse entre tanto cambio verbal, tanto nivel de detalle y tanta referencia a la historia rusa del siglo XX, que poca gente fuera del país conoce con tanta profundidad. El protagonismo también es un problema, pues no sólo se van turnando en contar sus historias las cuatro mujeres principales sino que intervienen también sus antepasados, y al final el lector no sabe si se está hablando de unos o de otros.

Valoración: 5/10
¿Recomendada?: No.

jueves, 19 de julio de 2012

Memorias de una geisha, Arthur Golden






Suma de Letras, 2.007 
(primera edición 1.997)
Adaptación cinematográfica de Rob Marshall en 2.005
Premios: ninguno
Precio: 19,50 €
Adquisición: a través de Libroscompartidos.com






"Desde que me trasladé a Nueva York, he podido colegir lo que entienden por geisha la mayoría de los occidentales. (...) cuando se enteran que fui geisha en Kioto trata de poner una sonrisa en sus labios, pero esta no acaba de salirle (...) Sólo tienen una idea obsesiva: "Dios mío, estoy hablando con una prostituta". Con frecuencia me he encontrado preguntándome por qué esa joven no puede darse cuenta de cuánto tenemos en común. Es una mujer mantenida, como yo también lo fui en mis tiempos".

El autor

Arthur Golden es un escritor norteamericano nacido en 1.956 en Tennessee. Miembro de una familia muy metida en el mundo editorial, estudió en Harvard historia del arte, especializándose en arte japonés. También estudió chino, además de estar viviendo durante más de un año en Tokio. 
Pero si la fama de Arthur Golden es debida a la publicación, en 1.997, 'Memorias de una Geisha', la cual permaneció durante dos años en la lista de bestsellers del New York Times. Ha vendido más de cuatro millones de copias en inglés y ha sido traducida a treinta y dos idiomas alrededor del mundo.
En 2.005, se estrenó la versión cinematográfica de la novela, dirigida por Rob Marshall, la cual obtuvo tres Óscars.

Sinópsis

Chiyo es una niña que, tras la inminente muerte de su madre y la pobreza de su padre, es vendida a una okiya o casa de geishas para trabajar como criada. A medida que va creciendo, el Japón de entreguerras, un país en el que aún resonaban los ecos feudales y las tradiciones ancestrales empezaban a convivir con los modos occidentales, es testigo de su transformación. La sensualidad y belleza no pueden separarse de la degradación y el sometimiento: las jóvenes aspirantes a geishas como Chiyo son duramente adiestradas en el arte de la seducción. Para ellas, el amor no es más que un espejismo. Esta es la historia de la metamorfosis de Chiyo a Sayuri: la geisha.

Mi crítica

'Memorias de una geisha' permite a los lectores occidentales conocer un poco más de una cultura muy diferente: la japonesa; y de un oficio que para muchos es sinónimo de prostituta. Nada más lejos de la realidad. La novela narra la vida de una mujer, Chiyo, y su transformación en Sayuri. A lo largo de sus más de seiscientas páginas, Arthur Golden narra las experiencias de su protagonista a través de un lenguaje sencillo. El lector tiene constantemente la sensación de que la propia geisha le ha invitado a su hogar y que, detrás de una humeante taza de té, le cuenta la historia sin censuras ni adornos: una verdad en primera persona.

La novela comienza desde el principio, durante la infancia de Chiyo. El desgarrador relato nos sitúa en el Japón de los años veinte. La protagonista pierde la inocencia a manos del destino. La niña, de por aquel entonces seis años, se ve privada de la vida que hasta entonces había llevado. Todo cuanto posee, conoce o ama es desterrado de su corazón a la fuerza, traicionada por alguien en quien creía poder confiar.

Me llamó la atención la cantidad desmesurada de supersticiones, creencias y ritos que se seguían y practicaban en el Japón de aquellos días. Se dividían no sólo por épocas, edades, sexos o lugares de procedencia de las personas, sino también según su profesión. Una geisha tenía que tener presentes unas cuantas decenas de ellas si no quería fracasar en su ascenso profesional.

Me gusta la manera en que Arthur Golden presenta a los personajes, sobre todo en lo que se refiere a descripciones físicas, ya que algunas vestimentas y peinados son difíciles de trasladar al papel, y de imaginarlos para alguien que nunca los haya visto. El ritmo al que transcurre la narración también me pareció bueno al principio. La novela es lineal cronológicamente hablando, y aunque a veces la narradora y protagonista pueda adelantar sobre la marcha ciertos acontecimientos, nunca hay saltos temporales.

'Memorias de una geisha' me pareció una novela muy interesante. Sólo a través de ella alguien puede tener la oportunidad de trasladarse a la primera mitad del siglo XX, a Japón, y empaparse de la cultura de allí, tan distinta a la nuestra, de sus costumbres, y de sus gentes. Lo cierto es que me esperaba un lenguaje más refinado, supongo que me creía que Sayuri sería tan pulcra e impecable expresándose como son sus kimonos. Tras haber concluido la lectura, agradezco el lenguaje sencillo del que se caracteriza la lectura, pues son muchas páginas y un vocabulario más elaborado podría haberme saturado.

Los personajes son los que, definitivamente, imprimen alma a la novela. Muchos elementos están por encima de la estética narrativa en 'Memorias de una geisha': se da prioridad a la historia en sí, quedando relegada a un segundo plano la manera en que está contada.

Sayuri se dirige al lector en numerosas ocasiones, dándole la oportunidad de considerarla como una amiga y creando una atmósfera de cercanía. Casi paradójicamente, durante la novela las geishas demuestran ser mujeres que deben parecer frías en todo momento, dueñas de sí mismas, que no pierden jamás la compostura, como si no tuvieran sentimientos. Parecen inaccesibles, aunque por dentro la cosa cambie. Es lo que sucede con Sayuri. Es como si tuviera dos caras.

Es muy destacable también la rivalidad que crece entre las principales geishas en la casa donde viven (u okiya, para emplear un término más adecuado). Alguna de ellas no duda en utilizar el juego sucio para salirse con la suya y dejar a las demás en ridículo.

Me alegro que Arthur Golden haya explicado con detalle la vestimenta, los peinados, las joyas, ciertos rituales y prácticas que se realizaban en la vida común de las geishas. Sin esta ayuda, no hubiera entendido muchas cosas. Además, he aprendido mucho sobre estas mujeres y todo ello me resulta francamente interesante

Sayuri me gusta. Es un personaje que se caracteriza por su ingenuidad. Este rasgo de su personalidad choca de forma brutal con el ambiente en el que se ve obligada a desenvolverse: hostil, perverso y desangelado. En todo momento se fraguan lealtades, se crean secretos, se manipulan acciones, se planean estrategias y se consuman enemistades. Todas las geishas persiguen un objetivo: ser las mejores y las más famosas. Sólo de este modo está garantizada su estabilidad. Desean alcanzar su meta de tal manera, que aunque lo logren nunca llegan a ser felices: una geisha está condenada a vivir sin amor, sin descendencia, sin poder hacer lo que le plazca, siempre al servicio de los demás. Me dan mucha pena tanto Sayuri como su entorno.

Hay escenas descritas en 'Memorias de una geisha' que, sin ser estrictamente sexuales, en el fondo están cargadas de erotismo. Arthur Golden sabe que es mejor insinuar que enseñar, y logra mediante esta técnica que el lector deje volar su imaginación de una manera elegante y muy sugerente. La narración de ciertos comportamientos sexuales tiene mucho más impacto que si estuviera contado de otra forma. El efecto es sin duda mayor si tenemos en cuenta que el rasgo que mejor define a la protagonista es su ingenuidad. 

El lector empatiza al máximo con Sayuri desde el primer momento. Al menos ese fue mi caso. Se merece triunfar, conseguir todo lo que se propone y callar unas cuantas bocas. 'Memorias de una geisha' es una montaña rusa emocional, pues a veces Sayuri se acerca a su meta; otras se aleja y todo está en el aire.

El ritmo se ralentiza pasado el segundo centenar de páginas y no vuelve a ser como antes. Es algo que eché de menos, si bien es cierto que algunos pasajes merecen ser contados pausadamente, las más de sesicientas páginas se hacen a veces eternas. La evolución en el personaje de Sayuri tarda algo más de lo debido en aparecer, en mi opinión, pero al menos sucede. Me gusta que por fin tenga cierta independencia a la hora de pensar y tomar sus propias decisiones. 

Todo el asunto del mizuage me llama poderosamente la atención. Esa palabra designa la ceremonia que se lleva a cabo cuando la geisha pierde la virginidad, un acontecimiento muy importante en la vida de la joven Sayuri. La pureza es algo muy respetado en la mayoría de las cuturas, y en esta recibe una atención especial, y un tratamiento previo al tema de la transición muy elaborado y complejo.

Me pareció que la novela iba a más según se acercaba el final. No sé si es que realmente es así o que estaba muy metida en la historia y disfruté mucho de las últimas páginas. La evolución del resto de personajes podría haber dado un poco más de sí, en mi opinión, ya que se otorga muy poca importancia al hecho de que cambiaran su comportamiento y su forma de pensar, cuando en el fondo es uno de los pilares fundamentales de la novela. Una transición más elaborada hubiera dado mucho juego y hubiese hecho de 'Memorias de una geisha' una novela casi perfecta.
Tampoco me gustó el hecho de que algunos personajes que tienen mucho protagonismo a lo largo de casi toda la novela, de pronto, desaparecieran sin más. Hablo de Hatsumomo y Calabaza.

Para mí, el final acontece unas cincuenta páginas antes de que la novela acabe. Es perfecto tal cual está, cuenta una historia muy bonita. Esos pasajes que sobran, en mi opinión hacen un flaco favor a una novela de por sí larga, cuyos cabos principales habían sido atados de sobra anteriormente. La conclusión de 'Memorias de una geisha' es demasiado extensa y agota al lector.

Conclusión

'Memorias de una geisha' es una novela interesante, que acerca al lector a una cultura milenaria que merece la pena conocer. El argumento atrapa. Arthur Golden demuestra ser un buen contador de historias, y aunque haya algunos aspectos que para mí son discutibles, es una obra bastante recomendable. Mi consejo es que, quien desee leerla, no se deje intimidar por su longitud y por su ritmo, en ocasiones lento, porque merece la pena

Valoración: 7/10
¿Recomendada?: .

lunes, 16 de julio de 2012

Donde siempre es otoño, Ángeles Ibirika







Booket, 2.012
Premios: ninguno
Precio: 12,95€
Adquisición: a través de libroscompartidos.com









"Volvieron a llenar los segundos con silencio, cuando los dos tenían el alma llena de palabras que decirse. Palabras que ambos pensaron que ya no se dirían nunca".

La autora

Ángeles Ibirika es una escritora vasca especializada en el género de literatura romántica. Según aparece en la red, es una mujer sencilla que adora la naturaleza, los animales y la tranquilidad. Vive en el campo, junto al amor de su vida y sus hijos. Amante al mismo tiempo de la lectura y de la escritura, sin embargo disfruta de modo especial creando sus propias novelas.
Dirigió durante años su propia librería hasta que tuvo a su segundo hijo. Cuando se hizo mayor, comenzó a escribir. 
En su currículum literario podemos encontrar 'Donde siempre es otoño' (2.012), o 'Antes y después de odiarte' (2.011).

Sinópsis

Ian O´Connell es un famoso escritor de novelas románticas que, como cada año, se refugia en su cabaña de Crystal Lake para crear su próxima novela. En ese paraje solitario encontrará a Elizabeth Salaya, una vasca afincada en Estados Unidos. Además de ser hermosa, Elisabeth Salaya presenta un halo de misterio que atrapa completamente a Ian O'Connell, que comenzará a ver cómo los cimientos de su bien asentada vida comienzan a tambalearse. 
Los caminos de Ian y Elizabeth se separan y se cruzan constantemente. En medio de intrigas, ambiciones y cadenas de favores, los enamorados deberán elegir entre el amor y la traición.

Mi crítica

Aviso que esta crítica va a ser bastante duraNo pretendo regocijarme, sino ser honesta con los lectores que deseen saber qué esperar cuando compren o adquieran esta obra. 'Donde siempre es otoño' ha recibido mucha publicidad desde la editorial que la publica. Aparte de eso, he podido leer tanto buenas como malas críticas, y ni una sola se situaba en el término medio. Me llamó la atención el título y, a pesar de que desconfié de esa sinopsis tan ambigua de la contraportada que básicamente no dice nada, me animé a hacerme con ella.

El comienzo no fue muy alentador. Mi rechazo hacia el binomio escritor español-personajes anglosajones es profundo y lo considero en la inmensa mayoría de las ocasiones una falta de originalidad. Mis razones ya las comenté aquíLa verdad es que cuando adquirí 'Donde siempre es otoño' no me esperaba encontrar lo que hallé: una historia muy estándar, una copia perfecta de las novelas rosas norteamericanas escritas por autoras de allí. Novelas de esas que abundan por todas partes.

Mientras leía 'Donde siempre es otoño' encontré varias sorpresas. Para empezar, no estaba siendo predecible al principio, un punto a favor de Ángeles Ibirika. Lástima que no durara mucho. Además, el protagonista masculino no se estaba comportando como pensé que lo haría, y me llamó la atención la manera en que la autora lo había construido.
En cuanto a la protagonista femenina, no me convenció en absoluto. Para empezar, es española, vasca para más señas, pero se llama Elizabeth. Su condición de spaniard sólo sale a relucir cuando conviene al argumento. La autora se empeña en pintarla como una mujer guapísima, inteligente, culta... espectacular. Pero la verdad, me parece un personaje insulso, excesivamente soso. Tras haber concluido la novela, sigo sin entender qué vio Ian en ella para enamorarse tan perdidamente.

La novela de Ángeles Ibirika no me enganchó ni me convenció en ningún momento, pero lo que sí es cierto es que la terminé en seguida: 'Donde siempre es otoño' se lee increíblemente rápido. Esto se debe al propio estilo narrativo de la autora: ágil, sencillo y veloz. Resultado: su novela entretiene, y bastante.

Una vez ya entrados en materia, en pleno apogeo amoroso, algunos párrafos que describen sentimientos, anhelos, deseos o conjeturas de los tortolitos son un tanto exagerados. Ángeles Ibirika se debate constantemente en su novela entre la frivolidad extrema y los desamores más profundos. Ningún mortal ha amado realmente a alguien si se compara con lo que sienten Ian y Elizabeth el uno por el otro. La relación que mantienen, además de insana es invorosímil por completo

Los personajes son bastante estereotipados, sobre todo los secundarios. 'Donde siempre es otoño' recuerda a una de esas tv movies que echan los fines de semana durante la sobremesa. Eso sí: la novela continuaba entreteniéndome y sorprendiéndome (no sé si para bien o para mal) a causa de sus chocantes diálogos. El galán Ian trata de conquistar a la aparentemente frágil Elizabeth con unas frases que más que despertar la pasión a mí me hicieron reír.

Reitero que el mayor fallo de 'Donde siempre es otoño' es la historia de amor que surge entre Ian y Elizabeth: no me la creo. Personalmente me cuesta dar crédito a un amor tan apasionado, visceral e incondicional. La relación irradia artificialidad por todos lados.
Y es que 'Donde siempre es otoño' no sólo trata acerca de la historia de amor que surge entre Ian y Elizabeth: hay una trama política de por medio en plenas elecciones presidenciales en Estados Unidos. A mi parecer, todo esto sobra bastante. Es cierto que la novela se hubiera quedado un poco vacía si sólo hubiera contenido la parte amorosa, pero creo que hay maneras más creativas e interesantes para complementarla. La apasionante carrera a la presidencia me pareció una americanada made in Spain. Las tretas de las que se vale Ángeles Ibirika para sacar adelante el argumento me parecen muy cogidas con pinzas. La falta de originalidad en esta subtrama es aplastante.

La influencia anglosajona en 'Donde siempre es otoño' es tan fuerte, que sentí su presencia incluso en el léxico que la autora elegía. Me dio la sensación continuamente de estar leyendo una novela traducida del inglés al castellano, como si el idioma de Shakespeare fuera el original. La construcción de algunas frases y el uso reiterativo que hace del adjetivo "condenado" o del adverbio "condenadamente" no son demasiado comunes en español, pero sí que se pueden escuchar, y mucho, en películas y series norteamericanas.

El final, además de que se alarga demasiado, es muy peliculero y me aburrió bastante. Aunque hay partes en 'Donde siempre es otoño' que no están mal, la novela es mediocre en casi todos los sentidos.
Las últimas páginas están repletas de clichés, pero hay que reconocer que tienen una calidad superior al resto.

Conclusión

'Donde siempre es otoño' es una novela ágil y entretenida, que se lee a la misma velocidad que tardaré en olvidarla. Si no hubiese sido por ello, con toda seguridad hubiera abandonado la lectura a la mitad. La verdad es que me ha gustado, dentro de lo predecible y manida que es, pero dudo que vuelva a leer algo de Ángeles Ibirika en el futuro. 

Por todos los motivos que he ido mencionando, para mí 'Donde siempre es otoño' es una novela que carece de calidad. No me gusta la manera en que Ángeles Ibirika maneja los recursos narrativos a su alcance, ni la forma en que conduce la historia, ni la historia en sí. Pienso que sus ideas argumentales no revisten ninguna complicación en absoluto, ninguna originalidad y ninguna credibilidad argumental.
Odio no poder resaltar aspectos positivos de 'Donde siempre es otoño', pero no los he visto apenas. Pienso que no hay por donde coger a esta novela, y por tanto, no la recomiendo para nada.

La sinópsis que se puede leer en la contraportada tan sólo aporta una idea vaga de lo que el lector puede encontrar en el interior de la novela. Creo que no es casualidad que esté hecho de esta manera. 

Valoración: 4/10
¿Recomendada?: No.
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